En sus alas destella una luz como la de una llama que calienta pero no quema, que ilumina pero no ciega, su vuelo se ha tornado placido y sereno, flota en el aire y se mantiene en el mismo lugar sin movimiento alguno. El viento la sostiene y la eleva suavemente a través de un rayo de sol que cae del cielo y que acaricia el paisaje, el viento, mi viento, es cálido como la brisa de la primavera, su roce en mis alas me recuerdan el que estoy viva, activa, expectante, sumergida en ese pequeño lapso de tiempo que me recordara que mi existencia trasciende en ti.
El recuerdo de un atardecer en el más bello paisaje que hemos compartido me sostiene hasta que regreses a mi para acariciar mis alas y dibujes la sonrisa de placer que solo el deleite de tus besos me ha brindado, para que nuevamente el dulce sonido que emiten tus labios renueve la promesa del deseo, y, tu paso por mi vida quede por siempre en el tiempo con la huella imborrable de vivir nuevas experiencias bajo diferentes escenarios.
Tus besos producto de un deseo que se volvió realidad, de un juego que se mantiene pero en el que no gané ni empate pero tampoco perdí, te tuve y te tengo pero el futuro es incierto y no quiero pensar en el o si existe o si no existirá solo quiero el hoy, el ahora, solo quiero tus besos, solo te quiero a ti aquí a mi lado tan cerca pero tan lejos con el impedimento y con la libertad, con mis deseos amarrados a una silla, a unos ojos desorbitados por el chisme de un beso a media tarde…